Malditas mariposas by Loles López

Malditas mariposas by Loles López

autor:Loles López
La lengua: spa
Format: epub
editor: Zafiro eBooks
publicado: 2021-09-28T07:46:16+00:00


20

Héctor

Salgo de la casa de los padres de Lucas al poco de que Jimena lo haya hecho, despidiéndome de esas personas que se portaron tan bien conmigo en el pasado, y que me han hecho sentir querido aun después de tantos años sin verme. Aunque he intentado mantener el contacto con ellos por teléfono, volver a sentirme como en casa me ha hecho sentir jodidamente extraño, jodidamente bien, como también tener a Jimena delante, tan risueña, tan cambiada…

Aprieto los puños mientras me dirijo al todoterreno que alquilé nada más pisar de nuevo la isla. Tengo ganas de reventar algo, me da igual el qué, y por eso me dirijo al gimnasio, para volcar mi rabia en el saco de boxeo y no hacer ninguna gilipollez de esas que sé que soy capaz. Tengo que reconocer que no esperaba que Jimena pasara de mí con ese descaro, con esa garra y esa determinación. Y mucho menos me habría imaginado que se pudiera enfrentar a mí con esa valentía, con esa insolencia, sin achantar su viva mirada ni un segundo, reflejando con cada uno de sus gestos, como si quisiera que no tuviera ni un atisbo de dudas, que no estaba delante de mi dulce y cándida Jimena, sino de una mujer totalmente distinta, mucho más fuerte, capaz de enfrentarse a mil huracanes si se lo propusiera, con coraje y con las ideas muy claras y… ¡Joder! Eso no entraba en mis condenados planes.

Cuando la vi la anoche en aquella discoteca de Playa del Carmen pensé que estaba jodido, pero de verdad. Ahí, frente a mí, en ese lugar donde imaginé que era imposible encontrármela, estaba la chica que sacudió mi vida hace nueve años… con sus expresivos ojos del color del café, observándome paralizada, como si creyese que era una aparición. Distinguí, en ese corto pero intenso momento, su apreciable cambio en estos años sin verla. Sus facciones se habían suavizado, otorgándole todavía más belleza de la que tenía a los diecisiete. No estaba delante de una bonita chica, con una sonrisa dulce y una timidez que era su seña. Me encontraba delante de una mujer llamativa, incluso hermosa, con unos seductores labios destacados con carmín, con su mirada acentuada con rímel y su voz… Oír de nuevo mi maldito nombre salir de su increíble boca fue como retroceder al pasado, uno en el que creí tener derecho a ser feliz. Sin embargo, tuve los reflejos necesarios como para desechar ese momento y fingir que no la había reconocido, tragándome mi reacción al verla, ocultando lo mucho que me había asombrado tenerla delante de nuevo, tan mujer, tan real, tan preciosa, creyendo que, lo que hacía, era lo mejor para ambos… hasta que…

¡Jodeerrrr!

Entro en el gimnasio como una bestia, sin hablar, sin saludar a nadie, para ponerme los guantes con velocidad y dejar la mente vacía mientras me destrozo los puños volcando mi frustración en cada movimiento, golpeando sin parar el saco, intentando centrarme, calmarme y constatar que, hostias, he hecho



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